Las personas esclavizadas que planificaban su fuga, se hicieron expertas en observar y escuchar sin decir una palabra.
Se comunicaban a través de canciones. Iban hacia el norte sin usar mapas o brújulas (un instrumento que indica las direcciones). A menudo se iban de noche. Si partían cuando estaba oscuro, a veces pasaban muchas horas antes de que los dueños de esclavos se dieran cuenta de que se habían ido. Los fugitivos compartían secretos con los conductores que los ayudaban a escaparse.