El Ferrocarril Subterráneo no era una ruta hacia la libertad, sino muchas.
Estas rutas eran senderos o caminos de tierra a través de bosques, campos, ríos y pantanos. No muchos fugitivos sabían nadar. Pero a menudo buscaban cruces sobre el agua. Cuando los fugitivos entraban en el agua, los perros les perdían el rastro porque dejaban de olerlos. A lo largo de estas rutas había caseríos, graneros e iglesias. Allí, los conductores escondían a los fugitivos por un día o una semana, hasta que fuera seguro ir a la siguiente estación de camino a la libertad. El camino a la libertad llegaba tan al norte como Canadá.