Los primeros colonos arriesgaron sus vidas para establecer nuevos hogares en un territorio desconocido. Todos los días trabajaron para sobrevivir.
Solo una generación después, su trabajo valió la pena. Las trece colonias inglesas comenzaron a crecer y florecer en suelo norteamericano. Las carreteras comenzaron a conectar un pueblo con el próximo. La gente aprendió a sobrevivir el invierno. El comercio entre las colonias dio inicio y se desarrolló una economía confiable. La vida seguía siendo difícil para los colonos. Las enfermedades y los nativos americanos hostiles aún se cobraban la vida de los colonos, y los inviernos aún eran largos y difíciles en las colonias del norte. La supervivencia, sin embargo, ya no era una sorpresa. Las familias habían plantado sus raíces y una nueva nación comenzó a brotar.