Una vez que las personas dejaron de tener que pasar el tiempo cazando y recolectando, tuvieron más tiempo para hacer cosas nuevas, es decir, muchas cosas más. Con la revolución agrícola en su pleno apogeo, las comunidades avanzaron rápidamente. Los enormes cambios en la tecnología, las comunicaciones, la religión, la joyería, el arte y la autoexpresión fueron parte del progreso humano.
Cuantiosas tecnologías innovadoras surgieron de las secuelas de la revolución agrícola: mejores herramientas tales como los arados facilitaron la agricultura. Los barcos y las armas se volvieron más sofisticadas. Hubo avances en la indumentaria, la costura, la fabricación de cordelería e incluso avances en los contenedores de almacenamiento. La gente comenzó a fundir o a derretir metales para crear herramientas, contenedores y armas. La creciente necesidad de metales condujo a la gente hacia la minería. Al principio, la gente fundía cobre. Más tarde, agregaron estaño al cobre, una aleación más fuerte para hacer bronce, o la mezcla de metales. Eso resultó en la Edad de Bronce la cual comenzó alrededor de 3500 A.C. Poco después, la gente fundió hierro, lo que resultó en la Edad de Hierro comenzando alrededor de 1200 A.C.