Los americanos coloniales eran hogareños. Había pocas cosas que los podía mantener fuera de sus casas: no había cines ni tampoco centros comerciales.
De esta manera, el hogar era el centro de la actividad familiar. En el centro del hogar se encontraba la cocina, la habitación más cálida y concurrida de la casa. La cocina se centraba alrededor de una gran chimenea utilizada para calentar y cocinar. Por supuesto, las cocinas coloniales variaban de vez en cuando y de colonia en colonia. Saca un banquito, ponte cómodo junto a la chimenea y observa las cosas que suceden en una cocina colonial. Te espera también una buena comida: ganso, papas y pan de elote.