El primer problema de los colonos de América fue la supervivencia. Por lo tanto, la agricultura fue su tarea principal.
No obstante, cuando la supervivencia dejó de ser un asunto principal, los colonos se tomaron en serio las actividades de los negocios. Al principio ganaban dinero con los recursos naturales de la tierra y el mar. Pescaban y capturaban ballenas. También se dedicaban a talar árboles para la madera y la construcción naval. Asimismo, recolectaron productos forestales secundarios, como el alquitrán, chapopote, resina, y trementina. Más tarde, descubrieron grandes cantidades de minas de minerales. Estos los elaboraron para hacer ollas, sartenes y balas de cañón.
Ya para el siglo XVIII, muchos de los comerciantes coloniales de América habían tenido mucho éxito. Construyeron excelentes viviendas en ciudades que se encontraban en crecimiento. A ellos les gustaba presumir de sus riquezas. Una manera popular de hacerlo era convertir monedas de plata en cubiertos útiles o elegantes. Los plateros eran artesanos respetados en todas las grandes ciudades. Uno de los más notables fue Paul Revere, de Boston.